sábado, 16 de diciembre de 2017

// //

CANCIONES DE LA VIRGEN

Canción Tercera    

Todos en la sinagoga
clamaban por el Mesías
y a mí me crecía dentro
y sólo yo lo sabía.

Si yo no hubiera podido
engendrar sin ser mujer,
¿por qué los hombres
desprecian
lo más que se puede ser?

Los niños de Nazaret
corren y saltan conmigo:
son como abejas que buscan
miel en el rosal florido.

Cuando yo me alimento,
Dios de mi vida,
¿sostengo yo tu sangre
o Tú la mía?

Cuando miro en la fuente
el agua clara,
pienso que son tus ojos
que se adelantan.
   

No sé qué dijo el Ángel
de un dolor y una cruz.
Sé que en la noche sangro
temiendo que seas Tú.

Si yo he sido pobre,
Tú lo serás más.
Porque Dios es pobre
si es Dios de verdad.

Las mujeres con envidia
contemplan mi gravidez
y no saben que soy madre
más que de carne, de fe.

Cada noche miro al cielo
y recuento las estrellas.
Falta una y yo lo sé.
¡Pero qué ganas de verla!

José me mira y me dice:
¿Cómo estás? ¿Cómo está Él?
Le respondo: Yo esperando
y Él ardiendo a todo arder.

Antes de que Tú vinieras,
yo vivía en oración.
Ahora ya ¿para qué,
si somos uno los dos?

Cuando llevo hasta mi boca
el tierno pan recién hecho,
me parece que comulgo
la carne que llevo dentro.

Esclava soy,
esclava fui,
pero mis cadenas
yo no las rompí:
me las dieron rotas
cuando nací.

P. José Luis Martín Descalzo

0 Reactions to this post

Add Comment

Publicar un comentario